Healing my inner teenager



Nos concentramos mucho en sanar a nuestro niño interior, y está bien, pero en este momento estoy enfocada en sanar una de las etapas más caóticas de mi vida: la adolescencia. 

Cuando empecé a escribir esto, es el día en el que por primera vez voy a ver en concierto a una de mis bandas favoritas de la vida: Fall Out Boy. Es absolutamente irreal para mí el tiempo que llevo escuchándolos. Es cierto que mis gustos musicales no han cambiado casi nada en todo este tiempo, me sigue gustando prácticamente toda la música que me gustaba en ese entonces. La sigo escuchando, en loop ad infinitum. 

No obstante, Fall Out Boy siempre ha tenido un lugar especial en mi corazón. Fue la primera banda que pude decir: "esa es mi banda favorita" con más conciencia de lo que eran mis gustos. Y fue mi favorita por mucho tiempo, hasta que se separaron, se juntaron e hicieron música nueva. 

Como todas las mejores cosas a esa edad, los conocí gracias a mi hermana. Aunque ella no lo sabe. La primera vez que los escuché fue en un CD que alguien había quemado para ella. Que vintage. ¿Por qué lo tenía yo? Quién sabe. La canción fue Grand Theft Autumn en versión acústica y, si hablamos de momentos que alteraron mi química cerebral, ese tendría que ser uno. 

Sentí que hasta ese momento no había escuchado algo igual. Patrick Stump tiene una voz súper particular, pero también me gustó mucho la simpleza de la canción y la honestidad de decirle a alguien: "You need him, I could be him. I could be an accident but I'm still tryin' and that's more than I can say for him" Todavía creo que es un gran cumplido decirle a alguien que es the last good thing about this part of town

Contrario a lo que mis gustos podrían indicar, nunca fui emo y siento que me perdí de una parte esencial de la experiencia millennial. No obstante, jamás consideré que Fall Out Boy fuera emo. Sé que es fácil creer que lo eran, gracias al look de Pete, pero no eran realmente emo, solo un poco melodramáticos. ¿Qué es la vida sin tantito drama?

El video de Sugar, We're Going Down fue probablemente lo que los cimentó como mi banda favorita. Sigue siendo de mis videos preferidos, aunque a estas alturas probablemente sea porque me recuerda las mañanas en las que me arreglaba para ir a la secundaria. En su momento me pareció lo más divertido la historia del niño alce que encuentra el amor, aunque no tiene absolutamente nada que ver con la canción. 

De Fall Out Boy aprendí el amor por las canciones pasivo agresivas y las referencias culturales extrañamente específicas. Hasta la fecha hay títulos de canciones que sigo sin saber qué significan. Pero cada tanto es muy divertido descubrir inadvertidamente la inspiración detrás de estos nombres. Como Of All the Gin Joints in the All the World, que por años no entendí hasta que vi Casablanca. O Tell That Mick He Just Made My List of Things to do Toda, que coincidentemente pertenece a una de mis películas favoritas: Rushmore. Son como pequeños Easter eggs que me manda el universo. Aún no sé a qué se referían cuando dijeron: I can be your John Cusack, pero algún día lo entenderé.

From Under The Cork Tree sigue siendo uno de mis álbumes favoritos de toda la existencia. Algo que me gustó muchísimo es que había un elemento de fantasía en él, ya que está basado en el libro infantil The Story of Ferdinand. En retrospectiva, ese punto, entre la fantasía y los sentimientos viscerales, parece encapsular perfectamente ese momento de mi vida. 

¿Me gustaba Fall Out Boy porque yo era dramática o escucharlos me hizo así? En sus propias palabras: Which came first the music or the misery? Tal vez no viví la etapa millennial de ser emo, pero sí la de ir a terapia por ansiedad y un poquitito de depresión. No me sorprende que casi todos mis amigos hayan ido. Todo era muy emotivo en ese entonces: la música, las series, todo era tragedia. 

Me da risa recordar a mí yo adolescente escuchando canciones con tanto sentimentalismo. Algunas de mis frases favoritas eran/son/serán: I'm just a notch in your bedpost, but you're just a line in a songTake our tears, put 'em on ice 'Cause I swear I'd burn this city down to show you the light; You can thank your lucky stars Everything I wish for will never come true; I thought I loved you, but it was just how you looked in the light; I cast a spell over the west to make you think of me, the same way I think of you; Oh, I'm a loose bolt of a complete machine What a match, I'm half-doomed, and you're semi-sweet. 

Chef's kiss.

Definitivamente no hay mejor edad para ese tipo de canciones. No había experimentado absolutamente ninguna de las situaciones que se mencionan anteriormente. De hecho tuve que investigar qué significaba "notch in your bedpost". No sabía nada de la vida, pero creía que sí. Y eso es lo importante. Taylor Swift (siempre hay una canción) no mintió cuando dijo: How can a person know everything at eighteen but nothing at twenty-two? Aunque tendría que bajar la edad a 13 años y subirla a 32, pero es impactante lo convencida que estaba de saberlo todo a esa edad. Me encantaría haber conservado aunque sea un 10% de esa convicción.

Hasta que me convertí en una adulta hecha y derecha, me di cuenta de lo surreal que es ser un adolescente. Feral, es la palabra más adecuada para describirlo. Recuerdo sentir todo tan intensamente: la tristeza, el enojo, la ansiedad, la emoción, el amor. Y actuar puramente basada en mis emociones. A veces era bueno, a veces no tanto. Todo se sentía tan absoluto y definitivo. Desde esa perspectiva no es tan raro que me gustaran las canciones que me gustaban, porque extrañamente sí entendía el sentimiento. 

Si hay una versión de mí que necesita un abrazo, es mí yo adolescente. Suena a que viví una situación traumática en esa etapa y no. Solo era como si todo mi cuerpo fueran terminaciones nerviosas. Sentía todo en HD. En palabras de Fall Out Boy era un mess of youthful innocence. A veces me gustaría volver a mí yo de ese entonces y decirme tantas cosas, pero no se puede y aunque se pudiera, no debería. Tenía que ser quien era, para ser quien soy. Pero escucho la música que escuchaba y es casi como estar ahí otra vez. 

Me acuerdo vívidamente de una noche estar en mi cuarto, escuchando Infinity on High después de una kermesse ho-rri-ble, sentada en la oscuridad y pensar: "Nunca voy a superar esto". Llorando, claramente. De verdad lo creía y creía que el mundo se me venía encima. Así se sentía en ese momento. Hoy me acuerdo de esa situación y verdaderamente me da mucha risa, porque fui víctima de mi propio caos, del cual no tengo motivo ni explicación. Solo que ese día me mamé. Y todavía soy así, a veces, pero hoy tengo la suficiente perspectiva para saber que las cosas van a pasar. En algún momento. Y ese día no sabía, ni me imaginaba, toda la razón que hay detrás de la letra de Hum Hallelujah cuando dice: One day we'll get nostalgic for disaster.

Dos veces antes me habían invitado a conciertos de Fall Out Boy y no había ido. Ambas fueron novios de su respectivo momento. El primero decliné porque iba en secundaria y ¿cómo les iba a explicar a mis papás? Que oso. Curiosamente fue la misma persona que me regaló Infinity in High y parte de la razón por la que lloré después de la kermesse. Gran niño, espero que ya me haya perdonado. El segundo fue en la universidad, apenas empezábamos a salir y me dio pena aceptar, creo que era algo que me cohibía compartir con él. La tercera fue la vencida, y fui con la misma persona por la que los conocí: mi hermana. Full circle. 

Llegamos tarde al concierto, para variar. Aunque más bien ellos fueron exageradamente puntuales, si me lo preguntan a mí. Va sonar ridículo si intento describir la sensación de verlos y escucharlos, pero ahí me cayó el peso de los años y de cada momento en el que me han acompañado. Conozco esa voz, ese sonido, esas palabras y de lo que hablan, porque los he escuchado toda mi vida. Casi casi.

Hubo muchas canciones que no me sabía, porque no me di a la tarea de escuchar sus nuevos discos. Pero la cantidad de letras que me sabía cómo si nunca las hubiera dejado de escuchar fue increíble. Fue conectar con sentimientos sacados desde las profundidades de mis recuerdos, de las cosas que nunca le dije a nadie o de Los Diez + Pedidos. Por eso sé que ella sigue ahí, mi yo adolescente, y creo que ya sabe que todo está bien.

Pero no me pregunten a mí, yo sólo soy una chica.

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