¿Por qué sigo usando jeans que odio?



Tengo un par de jeans que odio. Los odio porque no se me ven bien. Son azules, mid-rise y ligeramente flared. Cada vez que me los pongo me veo como un toddler y no hay nada que me haga sentir que no me veo como uno. Me hacen ver chaparra, que de por sí ya soy, y me quitan la forma. Sin embargo, no dejo de usarlos. No los tiro. No los regalo. No se los regreso a mi hermana. 

Me empeño en usarlos y no sé por qué. No los uso tan seguido, por obvias razones. Pero de vez en cuando, mientras planeo mi outfit del día, pienso que se van a ver bien. Que con cierta blusa o zapatos, se van a ver bien. Y nunca es así. 

A veces me gusta ponerme las cosas que nunca me pongo, buscar una nueva manera de usar algo para no sentir que tengo un closet lleno de ropa que no uso. Generalmente las sorpresas son bastante gratas. Me gusta mucho volverme a enamorar de los contenidos de mi guardarropa, encontrarles nuevos usos me da mucha vida. Aún si el 90% de esos outfits los uso para hacer home office. Son 100% para mí.

También me gusta ponerme cosas con las que no me siento completamente a gusto o que no son tan mi estilo como una manera de traer una energía diferente a mi vida. Es siempre en ese espíritu que quiero darles una nueva oportunidad a esos jeans. 

No son nada mi estilo. Son demasiado azules. Pienso que los jeans deben ser como los Converse: siempre se ven mejor cuando tienen algo de uso. Que vergüenza traer Converse nuevos. No me gustan los jeans demasiado azules o que se ven demasiado neat en cuanto al corte y el acabado. Sé que pueden ser trendy y se pueden ver muy cool, pero no me gustan. 

Cuando pienso en como creo que se deben ver los jeans, pienso en esa escena de Nick and Norah's Infinite Playlist en la que Michael Cera dice que nunca lava sus pantalones porque quiere mantener la noche en ellos. Ahora, claramente yo sí lavo mis jeans, pero definitivamente ese es el vibe. 

Si lo pienso me recuerdan a un par de jeans que tenía cuando era niña. Eran muy azules y flared, aunque tenían una cenefa con un estampado naranja en el borde. Es muy posible que por eso crea que parezco un toddler. Me gustaban esos jeans, aunque no es necesariamente un look que quisiera emular a mis 32 años. La ropa es importante para mí, me gusta verme como quiero verme. No verme cómo me quiero ver literalmente me puede arruinar el día. Lo cual es la razón por la que en ocasiones puede parecer que traigo atuendos poco prácticos o por qué la mayoría de mis sueños de estrés giran en torno a mi outfit.

Ayer lo intenté otra vez. Me los puse. Me miré al espejo y no se veían como los había visualizado en mi mente. Pero me aferré, pensando que durante el día me iban a gustar. Y fue hasta que estaba haciendo home office en una cafetería y vi mi reflejo que me pregunté a mí misma: ¿por qué me sigo haciendo esto?

Y no sé. No sé por qué me aferro a la idea de que se vean como se ven en mi cabeza y no como en realidad se ven. ¿Con cuántas blusas me los tengo que poner? ¿Con cuántos zapatos? ¿Cuántas veces tengo que ver mi reflejo en la calle para entender que simplemente no se me ven bien? Son buenos jeans, pero tal vez ya es momento de aceptar que no funcionan para mí, no me hacen sentir bien y, por ende, tengo que dejarlos ir, hacer espacio en mi closet para unos jeans que sí me gusten y sean para mí.  

Creo que ya no estoy hablando de jeans. 

Pero no me pregunten a mí, yo sólo soy una chica.  





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