To watch or not to watch?


Con el lanzamiento de una nueva película de Jerry Seinfeld, una vez más me pregunto: ¿qué hacemos con el arte de los hombres moralmente cuestionables? (Sí, llamé una película sobre Pop-Tarts arte).

Siento que he leído más de una vez el artículo de The Paris Review, "What Do We Do With The Art of Monstrous Men?" Quizás se me olvida, pero también los hombres no dejan de decepcionar. Qué feo, aunque no sorprendente. Y cada vez que uno lo vuelve a hacer, me pregunto: ¿y ahora? Aziz Ansari, John Mulaney, Roald Dahl, Woody Allen y Jerry Seinfeld. Maldita sea. De Kanye West prefiero ni hablar. Mac Miller ya no me puede decepcionar, porque ya se murió. Aunque prefiero no retar a la vida a una decepción póstuma. No vaya a ser.

A veces me cuestiono sobre el tipo de series que veía durante mis años más impresionables. En el top de esa lista están The OC, Desperate Housewives y Grey's Anatomy, que veía por ahí del 2003, cuando tenía unos 11 años. Definitivamente era mejor programación que la de Disney Channel y definitivamente no tenía por qué estar viendo eso. En mi defensa, todas mis amigas veían lo mismo. Esto me ha llevado a preguntarme cómo esto pudo haber repercutido en mi manera de ver la vida. Aún no lo sé.

Una serie que siempre se había mantenido bajo el radar de esa lista es Seinfeld, que también empecé a ver por ahí de esa época. Claramente veía los re-runs, ya que la serie terminó en 1998. Entonces prácticamente todas las tardes veía un episodio de Seinfeld. Por mucho tiempo me pareció una serie muy inofensiva, aunque la disfrutaba también era casi casi ruido de fondo mientras evitaba hacer tarea y me distraía en Messenger. Entonces, es safe to say que quiero mucho a Jerry Seinfeld.

Por muchos años Jerry Seinfeld se mantuvo neutral en todo y lejos del spotlight. Por lo cual, nunca me causó conflicto ver y volver a ver Seinfeld. Aún cuando me enteré que no era tan buena persona. Definitivamente hay peores. Como Matthew Broderick, que literalmente mató a dos personas. Pero Jerry tuvo una novia de 17 años cuando tenía como 38. No obstante, después de años de jactarse de ser "apolítico", se pronunció a favor del estado de Israel y se quejó de la corrección política en la comedia actual. Qué perro oso.

Desde que salió el documental de Allen v. Farrow, en el cual Dylan relata el abuso que vivió a manos de su papá y cómo Woody Allen desacreditó a Mia Farrow, dejé de ver películas de Allen. Aunque antes de eso vi bastantes, tengo que admitir que Magic in the Moonlight me incomodó muchísimo, desde antes del documental. Sobre todo porque, previo a verla, tenía la impresión de que Colin Firth era un tipo de figura paterna para Emma Stone. Definitivamente no un interés amoroso.

El punto es que desde ese entonces y cuando era más prevaleciente el #MeToo, decidí que lo mejor era no beneficiar económicamente a esos hombres horribles. ¿Cómo llegué a esa decisión? Creo que principalmente porque no había visto Annie Hall. Supongo que fue el FOMO lo que me hizo no querer perderme de ciertas cosas. Pero no fue tan difícil como parecía al principio, ya que una vez que lo ves no lo puedes desver. Y en el caso de Woody Allen, se vuelve incómodo ver sus películas.

Aziz Ansari aún me pesa. Sinceramente me pregunto si hubo cierto grado de racismo en su cancelación. No justifico lo que él hizo, pero hasta la basura se separa. Y él perdió completamente su carrera. A veces veo Parks and Recreation y recuerdo que era muy chistoso y me siento conflictuada. Me pregunto: ¿por qué tuvo que actuar así? Igual que con Woody Allen, ya nunca lo pude volver a ver igual.

Admito que con Aziz rompí mi regla de no darle mi dinero. Tenía demasiadas ganas de leer Modern Romance y no es un libro que encuentres frecuentemente en las librerías de viejo. Entonces lo compré. Me gustó, pero equis. Aziz no escribe tan gracioso como Tina Fey, por ejemplo. Y evidentemente pierde credibilidad que el hombre que presionó a una mujer durante una cita para tener intimidad esté dando consejos de amor. Es hasta irónico.

Terrible de verdad.

A veces me gusta catalogar a las personas por el tipo de humor que consumen. Me gusta mucho saber cuál es la comedia go-to de las personas que me rodean. No es el mismo tipo de persona las que escogen Friends que las que escogen Curb Your Enthusiasm o The Office. Para mí, el 90% de las veces escojo Seinfeld. Aunque 30 Rock también es de mis favoritas, definitivamente la he visto menos porque no está en las plataformas de streaming que yo tengo y no sé si confío en mi memoria. El punto es que me encanta Seinfeld.

Me encanta porque los personajes no pretenden ser buenas personas. Tampoco es que necesariamente sean malas personas, pero no son como Ross, por ejemplo, quien nos quiere hacer creer que tiene buen corazón o que las decisiones que toma son justificables. En Seinfeld no se justifican, son como son y siguen con su vida. Puede ser que esté mal admitirlo, pero también me es muy relacionable en cuanto a los conflictos y discusiones que tienen. ¿Son relacionables porque está bien escrito o solo lo son para mí porque veía los episodios siendo joven e impresionable? Un misterio, verdaderamente.

Pero bueno, me gusta mucho su tipo de humor y Comedians in Cars Getting Coffee se me hace una joya.

La pregunta sigue siendo, ¿realmente podemos separar el arte del artista? Creo que el problema es buscar una respuesta general a un asunto que es particular. Probablemente la pregunta debería ser: ¿tú puedes separar el arte del artista? Lo cual es infinitamente más incómodo, pero también real porque entre más nos incomode algo, más difícil se vuelve.

Durante la mayor parte de su carrera John Mulaney hizo a su esposa Anna Marie Tendler, y a su perrita Petunia, uno de los temas principales de sus stand ups. Me encantaba. Porque Anna Marie Tendler se me hace de lo más cool y porque era un approach muy millennial a la vida que ya estuvieran casados y decidieran no tener hijos. Tenían a Petunia. John lleva mucho tiempo luchando con sus adicciones y en 2020 tuvo una recaída, fue a rehab, se divorció y después anunció que iba a tener un bebé con Olivia Munn. Después de hacer que "no tener hijos" fuera su personalidad y su carrera.

¿Es grave lo que hizo? No. Pero nunca lo he vuelto a ver igual. No lo perdono. Y no me ha causado nada dejar de consumir su contenido.

Y así me di cuenta que la dificultad de separar arte y artista no yace en la gravedad de la ofensa, sino en qué tan cercana la sintamos. Creo que lo que John Mulaney hizo no es particularmente grave, pero no lo perdono porque Anna Marie Tendler es el ser humano más cool del universo; porque no me imagino dejar atrás a la perrita que era tu pseudohija; y porque John Mulaney era el adulto millennial que yo quería ser. Omitiendo el problema de adicción, claramente.

Sí, probablemente fue una relación parasocial, pero no me importa.

El punto es que cuando alguien verdaderamente nos incomoda, no es complicado dejar de consumir su obra. Triste, pero cierto. Porque ahora para mí es una verdad que va más allá de si ver algo o no, sino de ¿por qué no me incomoda cierta situación o por qué no siento tanta empatía con la víctima? Pero acepto vivir con esa incomodidad.

Entonces, pues no, no voy a ver la nueva película de Jerry Seinfeld y probablemente tenga que buscar un nuevo comfort show menos problemático, como BoJack Horseman. Pero sé que pensaré en Seinfeld cada vez que tenga un date y el hombre tenga las cejas torcidas y me tenga que preguntar a mí misma si podría vivir toda la vida viendo esas cejas torcidas.

A veces quisiera que cierto tipo de hombre pudiera reconocer que su tiempo ya pasó, que es momento de guardar silencio y dejarnos disfrutar del legado que dejó cuando sí era su tiempo. Pero si fueran el tipo de hombre que posee ese tipo de autocrítica, o que va a terapia, probablemente no tendrían que callarse.

Pero no me pregunten a mí, yo solo soy una chica.

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