Review: Amsterdam



La novela de 1998 de Ian McEwan solo me dejo pensando una cosa: "Puros hombres horribles".

Si buscan una reseña de este libro, va a decir que esta es una historia de moralidad y de la hipocresía de la sociedad. Y sí. Pero más importante que eso, es que es un relato sobre la crisis de identidad, la falta de sentido de sí mismo y buscar la valoración en el exterior. También es sobre hombres horribles.

La trama comienza con el funeral de Molly, que es quien une a los personajes principales. Ella es el catalizador para esta historia, pero en realidad nunca sabemos quién es ella. Nunca conocemos al personaje más interesante. Siempre se queda al margen y me parece una pena. Lo único que sabemos con certeza es que tenía pésimo gusto para los hombres. Aunque casada, Molly tenía varios amantes. Ellos la hacen sonar como una mujer diferente y libre, básicamente la convierten en una manic pixie dream girl.

No sé en qué momento me pasó, pero desde hace un par de años no puedo evitar odiar cuando un libro es muy male gaze-y. Hay hombres que no saben o no les interesa escribir mujeres. Ian McEwan escribió uno de los libros más memorables que he leído, Atonement, que es narrado por una mujer y me pareció maravilloso.  Pero Amsterdam es un desfile de hombres horribles.

Amsterdam tiene dos protagonistas: Clive y Vernon, buenos amigos y examantes de Molly. Sus vidas giran en torno a sus trabajos. Clive Lively es un compositor, que está en proceso de escribir una sinfonía millennial. Vernon Halliday es el editor de un tabloide bastante exitoso. Ambos se conocieron cuando eran jóvenes, pobres, bohemios e idealistas. Ahora son hombres privilegiados que a veces se sienten genios y otras veces basura. 

También está George Lane, el marido millonario de Molly. Nadie se explica cómo una mujer tan fascinante como ella se casó con alguien como él. Finalmente, está Julian Garmony, un político de ultraderecha, en camino a ser el próximo primer ministro, que también fue amante de Molly. Clive y Vernon odian tanto a George como a Julian. 

En el caso de George, lo consideran aburrido y no a la altura de Molly. Se sienten perturbados por el hecho de que, después de una enfermedad que avanzó rápidamente, George no permitió que nadie tuviera acceso a ella en sus últimos días. Una acción que a sus ojos fue "por fin atraparla", una especie de venganza por sus infidelidades. Esto los hace formar un pacto: si alguno de ellos se encuentra en una situación similar, el otro acabará con su vida. No quieren vivir el deterioro que ella vivió.

A Julian lo detestan por sus ideas políticas. Les conflictúa que Molly, quien era atrevida y liberal, lo hubiera elegido como su amante. Poniéndolos en el mismo lugar en el que están ellos.

Ninguno es un buen hombre. Durante esta corta historia toman una decisión cuestionable tras otra. Después del funeral de Molly, George ofrece a Vernon fotografías de Julian que pondrían en riesgo su carrera política. Mientras, Clive se ve en una situación en la que tiene que decidir si ayudar a una mujer en peligro o terminar su "obra maestra".

Podemos concentrarnos en las desiciones que ambos toman, pero me parece más relevante el porqué. Para Clive y Vernon su relación con Molly les reafirmaba algo sobre ellos mismos, quizás que eran más inteligentes e interesantes. De alguna manera idealizaban a Molly porque representaba un beneficio para ellos contarse dentro de los "elegidos". No obstante, el resto de los amantes de Molly les hizo cuestionarse su sentido de quienes son. Ella los eligió a los cuatro, vio algo en ellos que los hacía similares. Ese es el conflicto de Clive y Vernon.

Cuando estamos buscando una pareja, generalmente sabemos muy bien quién es nuestro tipo. Solo se necesita un vistazo para saber si alguien nos gusta o no. Si es o no es. Saber qué tipo somos, es más complicado y nos preocupa poco.

Hace algunos años me surgió esa duda. Un niño de mi escuela me invitó a salir, no fue una mala cita, pero no hicimos clic. Al poco tiempo él empezó a salir con alguien más de la misma escuela y yo también. Entonces me di cuenta de algo: esa niña y yo teníamos algo en común. Ella y yo éramos su tipo. ¿Qué tenemos en común?, me preguntaba cada vez que la veía. Al poco tiempo me encontré con ella camino a la escuela, ambas vivíamos por la misma zona. Empezamos a platicar, cuando esa pregunta volvió a mi cabeza. En ese momento comencé a verla más de cerca y noté que usaba lentes de pasta, como yo; su cabello lacio y castaño, como el mío; cejas pobladas, como las mías. Mientras mi mirada la recorría, noté que nuestro outfit era prácticamente el mismo: desde los Converse hasta la mochila, aunque la mía era de gatitos y la suya de changuitos. Fue surreal.

Hasta la fecha considero esa como una de las experiencias más extrañas que he vivido. Sobre todo porque me hizo evidente que hay una brecha entre cómo me percibo yo y cómo me perciben las demás personas. Llevaba un tiempo observándola y nunca había notado que las similitudes que yo buscaba eran tan evidentes. O fue un error de la Matrix.

De la misma manera en la que yo me reconocí en ella, creo que Clive y Vernon tenían miedo de reconocerse en George y Julian. Personas que ellos consideraban completamente diferentes y hasta inferiores. 

Clive y Vernon no tienen idea de quienes son y buscan esa validación en el exterior, parte de lo cual es crear distancia entre George y Julian. Lo cual los lleva a tomar desiciones que acaban con su amistad y, al final, con ellos mismos.

No termina bien para ellos y me da gusto. Me dio paz, porque ninguno de los dos tiene convicciones ni un compás moral. Solo tenían a Molly.

Pero no me pregunten a mí, yo sólo soy una chica.

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