Review: Mouth to Mouth


 

Enfrentando al abominable narrador no confiable. 

Mouth to Mouth comienza en un aeropuerto. Dos amigos de la universidad se encuentran en un aeropuerto, los vuelos de ambos están retrasados y comienzan a platicar o más bien Jeff Cook platica y nuestro narrador sin nombre, escucha. Jeff cuenta como hace ya muchos años salvó la vida de un hombre, se obsesionó con él y descubrió que no era una buena persona. La historia que estamos leyendo la escribe el narrador dos décadas más tarde. "A copy of a copy of a copy", dijeran en Fight Club.

¿Qué tanto podemos confiar en la veracidad de Jeff y la memoria del narrador?

No mucho. La memoria es imperfecta y Jeff es un mentiroso. Sabemos que Jeff es un mentiroso porque ese es el punto de partida de su historia: busca a la persona a la que le salvó la vida y finge ser alguien diferente para infiltrarse en su vida. Sabemos que el narrador no recuerda con claridad a Jeff, por lo menos no al nivel íntimo que Jeff espera. Él cree que el narrador va a recordar a su novia, pero no es el caso. Ambos son narradores poco confiables.

El término narrador poco confiable me ha parecido incómodo desde que lo escuché, uno de mis libros favoritos, The Catcher in The Rye, contienen este tipo de narrador. Mi problema con este tema es el siguiente, si estamos leyendo una obra de ficción sabemos de antemano que nada es real. Una ficción dentro de una ficción me parece inconsecuente. ¿Qué diferencia hace si Holden Caulfield nunca se escapó de su internado, si su hermano nunca murió o si ni siquiera se llama Holden Caulfield? No existe dentro de nuestra realidad y si tampoco existe dentro del libro, entonces existe dentro de la ficción de su misma carta. ¿No?

Nadie en el libro cuestiona la veracidad de los hechos, porque al ser una carta no existe otro plano de la realidad. Es decir, nosotros estamos leyendo directamente su carta.

La diferencia con Mouth to Mouth es que contiene dos planos, dimensiones o cómo se le quiera llamar. El primero es en el que el narrador está en el aeropuerto, el segundo en el que se desarrolla la historia de Jeff y es el narrador anónimo el que nos siembra la duda. Nos da el espacio para cuestionarnos lo que es real y lo que no. 

Seré atormentada por el resto de mi vida por no saber qué fragmentos de la historia era mentira. Platicando con un amigo exploramos las motivaciones de Jeff para mentir, sobre las partes que creíamos que seguro eran falsas, porque aun dentro de la ficción existe la veracidad. Llegamos a la conclusión de que quería ser más importante de lo que en realidad era, a pesar de ser alguien exitoso. Especialmente comparado con el narrador. Quería ser mejor que Francis, la persona cuya vida salvo y quien posteriormente sería su jefe. Probablemente era alguien profundamente insatisfecho con su vida. 

Mentir es humano. Jeff podría parecer un psicópata o aparentar serlo, pero todos hemos mentido alguna vez al contar una historia para ponernos en una mejor luz, para alinearnos más con la perspectiva que tenemos de nosotros mismos, para convertirnos en la persona que queremos que los demás crean que somos: más simpáticos, más inteligentes, más importantes.

O quizás, al encontrarse a un conocido de la universidad a quien sabía que no volvería a ver, Jeff decidió gastarle una broma. Contarle una historia falsa con la intención de probar la credulidad del narrador. Es posible que su intención nunca fuera que lo tomaran en serio. Bien podría ser esa la finalidad del autor, cuestionarnos qué tanto estamos dispuestos a creer de las historias que una persona cuenta sobre sí misma.

Pero no me pregunten a mí, yo sólo soy una chica.


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