Review: The Chronicles of Narnia

No puedo hablar de la obra de C.S. Lewis sin hablar de Neil Gaiman.

☆☆☆

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Quise leer Las Crónicas de Narnia desde que vi la película. La idea de un ropero mágico que te llevaba a un mundo completamente nuevo e increíble, me parecío maravillosa. Pero cuando llegó la respectiva venta de Scholastic a mi escuela, antes de que saliera la película, preferí ser única y diferente a todos mis amigos y comprar otra serie.

Así, sin la posibilidad de comprar los siete libros en inglés en provincia, pasaron años enteros antes de que los pudiera leer. Mientras llegaba a la serie de C.S. Lewis tuve la oportunidad de leer muchos otros autores, entre ellos Neil Gaiman. El primero de su autoría que leí fue Coraline, otra película que me encantó. Aún cuando ya había rebasado considerablemente el momento de leer libros infántiles, tenía ya 22 años, me enamoré de este autor.

Comencé a leer sus historias cortas en Unnatural Creatures y después di con Fragile Things. Neil Gaiman es un autor que no es del todo infantil, pero tampoco es completamente adulto. Similar a algunas de Roald Dahl, en sus cuentos para adultos, logran combinar un aspecto de fantasia con uno mucho más oscuro que en sus narraciones infantiles.

Fragile Things está compuesto por diferentes historias cortas y poesías, una de estas se títula The Problem of Susan. Empecé a leerla como cualquier otra, sin sospechar que, aún antes de llegar a la mitad por fín descubriría el final de Las Crónicas de Narnia.

Decir que quedé impactada es poco, negación intensa es más acertado. Decidí que era momento de leerlos. Aunque la idea de que quizá ya estaba demasiado grande para hacerlo sí cruzó mi cabeza, nunca me ha causado conflicto leer libros infantíles. De hecho, creo que más de la mayoría los he leído rebasando considerablemente la edad en la que debí hacerlo.

Hay una gran posibilidad de que esto sea sintoma de la generación a la que pertenezco. Somos nostálgicos e infantiles pero, sobre todo, aferrados al pasado. Para mí de alguna manera representa volver al centro de las cosas, a las lecciones básicas y moralejas de la vida y ver si realmente sirven de algo.

Siete libros después corroboré que el brutal final de Narnia era efectivamente el que Gaiman describía en su historia. En la introducción, que tengo el mal hábito de saltarme el 99.9% de las veces, Gaiman explica que esa historia fue una reexaminación al desenlace de la saga. Más específicamente a lo que sucede con Susan. Ya que, desde niño, nunca estuvo de acuerdo con lo que ocurre al personaje.

Con esta narración abre un poco más el contexto de Susan en nuestro mundo, fuera de Narnia, y lo aterriza en la realidad y en la adultez. No me imagino que interpretación mi yo de la infancia le podría haber dado a este final, pero probablemente no hubiera sido el que le di en la actualidad. Me pareció una aberración que creo que nunca voy a poder superar.

La primera vez que leí Alicia en el País de las Maravillas, llevé mi libro a la escuela, porque si hay un lugar en el que no iba a tener nada mejor que hacer, era ese. Cuando lo vio Miss Jo, mi maestra de inglés, me dijo que tenía que leerlo tres veces en la vida: de chiquita, de adulta y de viejita. Porque en cada etapa iba a ser un libro diferente.

Igual y cuando C.S. Lewis escribió su famosa dedicatoria a Lucy hablaba de lo mismo que Miss Jo. Tal vez, al igual que con la película Donnie Darko, con la edad perdemos la capacidad de entenderle. Aunque probablemente solo quería adoctrinar a las nuevas generaciones de cristianos.

Pero a mí no me pregunten, yo sólo soy una chica. 

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